De acuerdo al Índice Global de Innovación 2021 calculado por la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI), Chile quedó posicionado como la primera economía innovadora de Latinoamérica. Esto se explica principalmente por las soluciones tecnológicas que se implementaron durante la pandemia. Las pymes son las empresas que más invierten en innovación. Lamentablemente sólo un 0,35% del PIB es invertido en I+D, mientras que los países de la OCDE invierten un 2,4% en promedio.
Estos antecedentes nos insinúan que la innovación es vital para que una empresa joven sobreviva, sin embargo, no hay apoyo suficiente por el Estado para desarrollar innovación, dejando la responsabilidad a la empresa privada.
Los principales desafíos se encuentran en el desarrollo de un ecosistema que facilite la interacción entre los diversos actores de la innovación, la difusión y posicionamiento de la tecnología chilena.
Como organización muchas veces es más sencillo importar tecnología de afuera, porque tienen mayor prestigio y está mejor posicionada, pero debemos dar la oportunidad a la tecnología chilena, si nosotros como país no confiamos en nuestros propios desarrollos tecnológicos, es difícil que el extranjero lo haga.
Hoy estamos en un momento oportuno, ya que el incremento en los costos de transporte, la incertidumbre y los extensos tiempos de entrega, debido a las dificultades que atraviesa el sector logístico a nivel mundial, provoca que sea más atractivo escoger alternativas nacionales.
Por otro lado, de acuerdo a la nueva Ley de Educación Superior 21.091, las instituciones de formación técnico profesional tienen el desafío de incorporar la innovación en su quehacer, por lo cual es fundamental para estas instituciones incorporarse al ecosistema de innovación nacional y generar espacios para que los estudiantes se enfrenten a estos desafíos durante su proceso de formación académica.
Ariela Villavicencio,
Directora AIE y
Directora Nacional Área Ingeniería, IP Santo Tomás